sábado, 14 de mayo de 2011

1. Historia. Los Inicios del Cinematógrafo (3)

1. Antecedentes del cinematógrafo.
 
Sabemos que el principio básico del cine es la persistencia retiniana (1), la imagen estroboscópica. Algunos autores hablan de las pinturas paleolíticas como prehistoria del cine porque buscaban capturar el movimiento. Algunos, además, añaden a esta génesis el capítulo VII de La República de Platón, en el que menciona las “sombras chinescas” en el mito de la caverna y en el siglo XV, como es sabido, Leonardo da Vinci, entre otros, describe en sus anotaciones los principios de la cámara oscura.
Pero el primero en inventar un aparato óptico con el que se proyectaban imágenes de figuras pintadas en vidrio sobre un lienzo o una pared, fue el jesuita alemán Atanasius Kircher en 1654. Ese aparato se denominó LINTERNA MÁGICA.
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Linterna mágica.

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Proyección de la linterna mágica.
La característica de la linterna mágica consistía en la proyección de imágenes, pero no en el movimiento, que, como sabemos de sobra, es una de las características esenciales del cinematógrafo. No olvidemos que la palabra, etimológicamente hablando, es la unión de kínema (movimiento) y grapho (dibujo).
Para una primera aproximación al cinematógrafo y al M.R.I. (Modo de Representación Institucional) que veremos más adelante necesitamos enumerar algunos de los inventos –todos ellos de carácter científico- que ayudaron a inventar y desarrollar el cinematógrafo.
El TAUMATROPO o TAUMATROPIO, según qué autor lo mencione, fue inventado por John Aytorn en 1826 y consistía en una placa circular, como una moneda, en cada una de cuyas caras había dibujada una imagen (como ejemplo un loro y una jaula); atados en los extremos tenía unas gomas o cordeles que permitían hacerlo girar a una velocidad suficiente como para que se produjera la superposición de imágenes en la retina.
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Taumatropos.
Unos años después Joseph Plateau patentó en 1833 el FENAKISTOSCOPIO, consistente en un disco con hendiduras donde se colocaban las imágenes sucesivas de un movimiento. Se hacía girar el disco ante un espejo y la imagen reflejada se veía en movimiento a través de las hendiduras.
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Fenakistoscopio.
Un año después, en 1834, William G. Horner inventa, o tal vez desarrolla, el ZOOTROPO o tambor mágico. Consistía en un cilindro con hendiduras a través de las cuales se veía la cara interna donde se sucedían imágenes.
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Zootropo.
Es evidente que desde las primeras tentativas por crear la imagen en movimiento, existen dos movimientos claramente definidos que buscan bien el entretenimiento, bien la constatación científica. Estos dos movimientos son los que marcarán el desarrollo del futuro cinematógrafo. El cinematógrafo, desde su origen, tiene dos vertientes: la primera es la científico-realista, creada por los hermanos Lumière, que en su avance llegará a desarrollar lo que conocemos como el cine documental. La segunda vertiente es la inventiva fantástica de George Méliès, siendo el comienzo del cinematógrafo como entretenimiento mágico, origen del cine de ficción.
Para algunos teóricos del cine, como es el caso de Noël Burch, la historia de la ciencia moderna pasa por tres periodos:
1. La introducción de la perspectiva.
2. La invención del telescopio y el microscopio.
3. el descubrimiento de la fotografía.
La perspectiva como introducción a la profundidad de campo, al interés de los elementos que componen un cuadro, a la composición de una imagen, todavía pictórica. La invención del telescopio y el microscopio contribuye a un nuevo enfoque de los objetos, a una cercanía anteriormente inimaginable. Esta invención será un juego en manos del primer cine británico, la llamada Escuela de Brighton, que jugaba con los objetivos para crear macros o aumentos imaginarios.
No se sabe si, como dicen algunos autores, por una simple apuesta o por, como sería lo más sensato, una clara vocación científica, Edgard James Muybridge quiso captar el movimiento de un caballo al galope para lo que dispuso, en 1885, una serie de 12 cámaras fotográficas, cada disparador tenía un cordel atado que atravesaba la pista por donde iba a correr el caballo y cuando el caballo rompía el cordel la foto se disparaba. El resultado fue éste:
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Muybridge

2. Marco histórico del cinematógrafo.

Habría que señalar, como comienzo, que el cinematógrafo nace con una vocación científica, los hermanos Lumière crearon un aparato para recoger la realidad, al igual que hasta entonces lo había hecho la fotografía, pero esta vez con movimiento.

Es cierto que Thomas Alba Edison había grabado el 7 de enero de 1894 una brevísima película titulada Record of a Sneez para su invento, el kinetoskopio, y una vez descubierta la atracción de su invento se dedicara a hacer este tipo de micropelículas a las que coloreaba el negativo para hacerlas más vistosas. Una de las más vistosas y exitosa fue la de la bailarina Annabelle.

Pero el motivo por el que los hermanos Lumière se consideran los pioneros de lo que conocemos como cine es, sencillamente, porque el invento de Thomas Alba Edison no proyectaba las imágenes sobre una pared blanca sino que consistía en una caja cerrada con un visor por el que, después de echar una moneda, se podía contempla, de forma individual, la película.
Cuando los hermanos Lumière presentaron en 1895 en el Gran Café de París su primera sesión de cinematógrafo, excepto una de las películas titulada El regador regado, las demás eran una sencilla plasmación de la realidad, habían capturado a unos obreros saliendo de la fábrica, un tren llegando a una estación, a unos padres felices dando de comer a su niño un día de domingo y poco más. Los hermanos Lumière habían inventado el aparato del cine pero no supieron construir con su invento un lenguaje cinematográfico ni una industria. Podría decirse que a los hermanos Lumière les interesaba su invento en una categoría científica, no creativa; sin embargo, al inquieto prestidigitador George Mélies, el invento de los hermanos Lumière le serviría de apoyo a sus locas intenciones creativas, porque Mélies era ante todo un mago, un ilusionista y con el cinematógrafo consiguió llevar al hombre a la luna o desaparecer en la pantalla con mayor facilidad que en el teatro en vivo simplemente grabando fotograma a fotograma.

Mélies fue un revolucionario muy imaginativo del cine, intuyó que el cine podía tener su propio lenguaje, pero se quedó en eso, en una intuición, porque se sirvió del cinematógrafo para seguir haciendo teatro, no cambió la visión del espectador, el punto de vista seguía siendo frontal, como si estuviéramos en un patio de butacas contemplando una obra de teatro, como en esta conocida película de Méliès titulada Viaje a la luna de 1902.

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